DURO SOAYU
La fotografía capta esencialmente el estado de ánimo. No puede esconderse mucho al obturador. No hay espacio – tiempo, tal vez – para falsear, para actuar o para dejar la impresión que una trabaja a diario cuando va al encuentro del mundo. La fotografía es, al unísono, tiempo develado y traición. Consigue ser, a su vez, una suerte de obligado confesionario al que una entra reticente o de buen grado.
Las imágenes aquí mostradas forman parte de un corpus visual aún mayor. Comparten todas el anhelo y la necesidad de mostrar, en la veracidad del retratado, la vida que lacera, vertebra o redime a diversos vecinos de la barriada de El Cerro. Antiguo barrio extramuros de La Habana, fundado en el año 1803. El Cerro constituía el segundo asentamiento importante hacia donde se trasladó la nobleza criolla cuando decidieron abandonar La Habana Vieja. En nuestros días cuenta con más de 129 378 habitantes. Su vórtice sociocultural aglutina la educación por el arte, las tradiciones, la música.
La espontaneidad y lo fortuito van de la mano en la elección de personas (hombres, mujeres y adolescentes), que con gentileza accedieron a ser fotografiados. El alternante fondo blanco de varios de los retratados enfatiza, azarosamente, la vacuidad de la acción que podría repetirse ad infinitum. La sábana blanca pensada para hacer fondo, deriva objeto conceptual itinerante, en esta reiteración de rostros ante la lente fotográfica.
Duro suayo en lengua lucumí significa duro, fuerte, firme, parado, de frente. La expresión connota este muestrario fotográfico como correlato dilucidador.